CUANDO ELLA SE QUITÓ LA ROPA EL VIENTO SE DETUVO (AudioLibro)
2023 CD
01. Cuando ella se quitó la ropa el viento se detuvo
02. Ciprés
03. Después del viento
04. Posada en mí
05. Trovador medieval
06. Son las cuatro de la mañana
07. Desesperado
08. No era una manera
09. Aves migratorias
10. Vuelo
11. Árboles
12. Arcoíris
13. Morirse de amor
14. Otra tarde
15. Reverdece
16. Hojas
17. Amarnos
18. La última hoja
Los poemas pertenecen al libro Cuando ella se quitó la ropa el viento se detuvo, del escritor Javier López Trezza. El CD fue grabado en Santa Fe, en agosto de 2023.
Eliana Fernández: Narración
Sol Naredo: Diseño gráfico
Norberto Vogel: Masterización
Cuando anduve armado,
solo con municiones vencidas,
ella estaba ahí, quitándose la ropa, yo la vi.
Luego hinqué los dientes en ella
-se paga según la manzana que se muerde-.
Y ahora, que sé que ella me hizo suyo
y que yo la hice mía,
y que la noche que pasó ya no nos daña,
debo sentarme a escuchar el canto de los pájaros.
Ella se quitó la ropa, yo la vi,
y el viento se detuvo.
Y se hizo luz,
y vida,
y palabras,
y poemas,
y amor, en su forma más extrema.
Desbordado de tanta soledad
Cómo contar lo que no se puede.
Caminar atado al precipicio.
Se desgarra el día de solo pensarlo,
pero, no vuelvo más allí. Nunca más.
Tengo tanto por decir... Por contar...
Dejar de caminar atado al precipicio
y saltar, pero hacia adentro.
Oh, ciprés.
Quiero que tu piel se funda con la mía
y que no me falte nunca tu voz.
No puedo imaginarme sin vos.
Quiero ser un francotirador
para no errar el tiro a quien te dañe,
un músico de blues
que te canta canciones a orillas del Misisipi,
un rey que abdicaría si se lo pidieses.
Soy un hombre que ama,
que te sabe sagrada
y que sangró.
Y cuando llegue el día
en que todo se convierta en silencio,
dormiremos abrazados para siempre
entre versos que descansan
en las hojas de un libro añejo,
a la vera del tiempo, después del viento.
Un marinero guiado por su faro,
un pintor que mezcla colores en su paleta,
un mariachi que canta serenatas nocturnas,
un cineasta en pleno rodaje,
un hombre desnudo,
un licor,
una balsa,
un buscador de oro que halló su esmeralda,
un poeta enamorado de una mariposa,
todas estas cosas soy, con ella.
Hay un lugar en mi nocturnidad
donde el mundo duerme entre guitarras,
timbales, clavicordios, lanzas, escudos,
brujas y carruajes tirados por caballos.
Hay aves de rapiña también, merodeando la zona,
y un ejército de musas entrenadas para la batalla
que cuidan los campos aledaños a nuestro castillo.
Ella destiñe su pollera de tanto dulzor
y yo me siento un trovador medieval.
Hay un lugar en mi nocturnidad
que me aleja de la muerte cotidiana
que el día deja a la vista de todos.
Hay una reina que sabe que sin ella
el mundo hubiera hecho de mí
un fantasma condenado a vivir eternamente
al borde de un pozo ciego y nauseabundo.
Recuerdo una madrugada en la que sentí
que para algunos ya era tarde,
y ahora siento que esta noche es mía por completo
aunque siga siendo tarde
para aquellos que siempre fue tarde.
Son las cuatro de la mañana
y ya no puedo dejar de decir
lo que no quiero dejar de decir.
Anoche fuimos a un lugar
que nos recuerda que este mundo es un infierno.
No podría vivir sin ella
y caminamos de la mano
entre gusanos y putas
por el centro de nuestra ciudad.
Son las cuatro de la mañana
y ya no puedo dejar de decir
lo que no quiero dejar de decir.
No podría vivir sin ella...
Qué desesperación...
Esperábamos con mi madre, detrás de la ventana,
a que mi padre llegara a casa.
Ahora me cuesta creer que ese niño era yo,
y que esa noche, que parecía interminable,
estalló en mis manos y culminó, para siempre.
Creí que no había salida.
Qué desesperación...
Callaba para que nadie se enojara.
Buscaba una manera de vivir,
una caricia en medio del frío,
pero esa no es la manera,
no era una manera de vivir.
Un día quedé inmóvil,
como un hombre que espera un barco
al costado de la ruta,
pero esa no es la manera,
no era una manera de vivir.
¿No es acaso Van Morrison
un ave que canta
o Federico García Lorca
un amante del viento?
Mira las aves volar,
volar en forma de V.
Y si pienso que Alejandra Pizarnik
es un ángel en medio de la guerra
y que el óleo de Munch
es el Grito de todos,
¿estaré equivocado?
Mira las aves volar,
volar en forma de V.
Y si pienso que Eduardo Galeano
es una luz en el desierto
y que Horacio Ferrer
es un abrazo en una calle oscura,
¿estaré equivocado?
Mira las aves volar,
volar en forma de V.
No sé quién escribe,
me cuesta creer,
pero recuerdo el canto de los pájaros
y me dan ganas de volar.
Entonces vuelo,
y miro hacia ambos lados,
y la veo a ella,
volar a mí lado,
y la escucho cantar,
entonces canto,
solo para ella,
en vuelo,
sobre las dunas.
No hay rastros de mí en España ni en Italia,
no hay nada, en absoluto.
Nada de aquellos hombres y mujeres
que llevo en mi sangre.
No sé sus nombres.
Nunca escuché sus voces.
No sé si amaron, si lloraron,
o por qué murieron.
Yo estoy en los árboles que he plantado,
en la manera en que ellos caminan.
Vi cantar a Luis Alberto Spinetta
en un canal de televisión.
Llevé en mi auto a su casa a Marciano Cantero
y al gitano de Los Guarros también.
Hablé con Adrián Otero
en una radio, a solas, una noche.
Y una tarde vi a Alberto Laiseca,
a dos mesas de distancia, tomar un café.
Vi a los Rolling Stones en el 98
y algunos años antes vi a Prince.
Salté una pared para ver a Charly García
en el anfiteatro de la ciudad de La Falda,
y vi al negro Fontanarrosa una vez,
pero un día sentí que de verdad podía perderme,
que quizás no habría mañana,
y que mi vida se había convertido en una celda lúgubre,
pero llegó ella
y los colores me abrazaron,
y convirtieron a un páramo gris en una pradera verde,
como un arco iris en plena tormenta.
Después el arcoíris me beso
y mi boca se llenó de rojo, amarillo, verde y azul.
Mi arcoíris es ella.
Estoy pensando en la guitarra de Luis,
en la tristeza de lo que no puede ser feliz.
Estoy armando un pozo para enterrar
todo lo que me pudo matar.
Estoy cansado de tantos narcisos.
Estoy hablando con personas en el mismo idioma.
Estoy cantando, estoy amando,
estoy viviendo, estoy soñando.
Y aprendí que un poeta no es cobarde
y que no es bueno hacer alarde de nada,
mientras empujo con mis manos
las aspas del ventilador,
esperando que no se muera,
al menos hoy, mi amor.
Tal vez mañana el día diga que valió la pena
estar al margen del ruido,
o tal vez mañana el día sea azul como un blues,
o rojo como tus labios.
Y aunque de alguna manera morimos en esta tarde,
no es La tarde atroz,
es otra, la que compartimos al margen del ruido.
Y mañana sonará un blues azul,
y besaré de nuevo tus labios rojos,
y un nuevo poema se suma a nuestro jardín, hermoso.
Reverdece la tarde en una mesa de café,
en la voz de un amigo,
en los ojos de un bebé que mira a su madre,
en los acantilados...
Reverdece la mañana en una canción,
en el recuerdo de los amaneceres
sobre las vías del tren en Valle Hermoso,
en la foto del Hotel Del Faro de Mar del Plata.
Reverdece la noche cuando la avenida se relaja.
Reverdece mi vida en sus ojos.
La historia de la humanidad
es la desigualdad.
Los pobres mueren
al costado de los faraones de la mentira.
La corrupción es la cena de los ricos.
La historia de la humanidad
es mucha gente buscando paz
y canallas escondiendo muertos
a la sombra del negocio de la guerra.
Un minuto de silencio no alcanzará.
El mundo es un grupo de animales
convocados por un cocinero,
cuenta Galeano
en su libro Los hijos de los días
y yo camino con ella.
Violencia y poder,
tiros y abuso,
y ella y yo caminando juntos,
a siglos del viento,
y a resguardo en estas humildes hojas.
Quiero decirte que te amo,
mientras escucho a McCartney cantar:
Silly love songs,
una vieja canción de amor, hermosa.
Y nuestro barco surca la mar,
y no dejamos de amarnos,
y que el mundo haga lo que quiera.
Y escucho a McCartney cantar:
Silly love songs,
una vieja canción de amor, hermosa
y no dejamos de amarnos.
Ella es mi última hoja
y mi último poema.
Y ahora dile al viento que ya no le temo, aunque
se esfuerce en querer voltear las paredes de mi casa.
Ella es mi última hoja
y mi último renglón, definitivamente.
Excuse me, I must close the door.
FIN