POESÍAS
2022 CD
01. Posada en mí
02. Amarrado
03. Abismo
04. Dicen
05. Surrealismo
06. Incomunicados
07. Amada reina
08. Las araucarias y el desdén
09. Respirar
10. Luz de mí
11. Me sigue conmoviendo
12. Algún domingo de 1995
13. Desnuda
14. Mi luna y yo
Javier López Trezza: Narración
Nadia Cantó: Fotografía
Sol Naredo: Diseño gráfico
Las poesías fueron grabadas en Buenos Aires en enero de 2022.
Las obras narradas pertenecen al poeta Javier López Trezza.
Un marinero guiado por su faro,
un pintor que mezcla colores en su paleta,
un mariachi que canta serenatas nocturnas,
un cineasta en pleno rodaje,
un hombre desnudo,
un licor,
una balsa,
un buscador de oro que halló su esmeralda,
un poeta enamorado de una mariposa,
todas estas cosas soy, con ella.
Un reloj trabaja todo el día colgado de la pared.
Y yo siento que debo escribirle a la lluvia.
Creo que el mundo se ha convertido en un mercado,
y que los pájaros y los poetas se extinguen.
Ya abracé a mi oceánida
y me amarré a sus costas
para siempre.
Entre mis sauces el abrazo no cesa
y escucho el bello canto de las cerezas,
veo tu mano sobre la mía,
mi valle está encantado de alegría
y la locura no vive más conmigo.
No puedo soslayar lo que digo
y en un mundo de nazis y balas,
se irguió un abismo de canciones aladas.
Dicen que el mar no llegará hasta aquí,
que ya no podrá seguir;
dicen que el sol no llegará hasta aquí,
que ya no podrá salir.
Todas las mañanas no podré pensar
que estás en algún lugar
imaginando mi funeral,
entonces dispara,
entonces dispara,
entonces dispárame.
Yo pinté la luna y una vez pensé,
no tengo revólver,
no tengo revólveres.
El prestigio.
Las guerras.
La obra.
El orfebre.
La vida.
El abuso.
La locura.
La muerte.
Y sus piernas.
Hermosas, calientes y eternas.
Sus piernas,
en mis venas.
Salté un pozo de cal viva,
y mi hermanito intentó hacer lo mismo,
pero no lo logró.
Me pegaron tanto
que hasta parece que estuviera inventando.
Después pasamos el resto del día
y toda la noche encerrados bajo llave
en nuestra habitación.
Había una ventana,
el único lugar donde mis ojos descansaron.
Perfume a hembra,
sagrado aroma que se hizo carne en mí.
La costumbre de inclinarme hacia ella.
Hordas de poesías la escoltan.
Chorrea inquina detrás de la puerta.
Los cementerios colapsan de inmortales,
pero no quiero herir a nadie.
Amo en crudo, amada reina,
usted lo sabe.
Todos estamos solos frente a la muerte,
creo que se debe elegir cómo llegar allí,
algunos se enojan y la pasan mal
y otros se dedican a zafar.
Creo que entre lobos se aprende a aullar
y entre los elefantes, a volar,
no se debe pensar en enero en esas cosas
que pueden no pasar en el mes de la tormenta de Santa Rosa.
No esperemos que de noche salga el sol
y cantemos entre los grillos,
creo que entender la guerra nos hace amar la paz,
yo apunté la antena hacia el mar.
Creo que la historia es una sucesión de engaños,
eso se aprende con los años,
creo que los sueños son un refugio en el viento,
las araucarias sabias saben que no miento.
Observa a las araucarias
erguidas ante el viento,
estoicas,
no olvidan que tiene final el cuento...
A Mateo
Quizás necesite una estrella
o tal vez solo necesite de ella
y me pongo a llorar si pienso
que me puede necesitar.
Quizás necesite una estrella
o tal vez solo necesite de ella
y me pongo a llorar si pienso
que me puede necesitar.
Debo convertirme en estrella
para poder respirar.
Es pueril el modo en que se relaciona la gente.
No creo en ningún salmo.
Nada tengo que ver con la guerra interminable de Oriente.
El poder apesta.
La poesía me salvó de un tiro a quemarropa,
es que ella es el edén de mí,
el edén de mí,
la parte del jardín donde siempre hay luz.
Cuando siento que todo se me viene encima,
corro, corro a buscarla,
y al verla todo se acomoda nuevamente.
Y si bien sé que este mundo mató a Lennon,
todavía sigo creyendo un poco en la gente.
Me emociona el llanto de un bebé al nacer,
y no sé si debo aclarar más.
No figuro en la lista de traidores,
solo una flor,
una sola flor
me sigue conmoviendo.
Hay un cigarrillo que apagué por última vez
y una tarde que no volverá nunca.
Una mujer que ya no me espera
y una canción que no es mía,
pero que de todas maneras me lleva ahí.
Hay un domingo muerto
y mucha niebla en los ojos.
El camino que se abrió me trajo acá,
hasta donde ya nada es casualidad.
Solo en carne viva se escribe poesía.
La morganita brilla destapada.
Una luna llora sola, eso no es poesía,
pero no puedo evitar que el sol no salga.
Mi luna brilla descalza.
Una mujer es poesía cuando se desnuda.
Mi mujer es mi luna
y es poesía, desnuda.
Como una araña, la luna ha tejido mis infinitas noches.
Ella extrajo de su cuerpo seda acuosa, yo la vi,
y siguiendo los pasos del viento,
direccionó los hilos hacia los vértices y armamos la casa.
Hace muchísimos siglos que la amo.
La luna y yo vivimos en un jardín
donde las hojas no se mueren
y los árboles crecen sanos
y ajenos a la zozobra.
La luna es mi hembra,
la parte indivisible de mí.